Downton Abbey: Una Nueva Era para la familia Crawley

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Dos años después del éxito que tuvo su primera entrega en cines, la familia Crawley está de vuelta para continuar su historia. Esta vez, se enfrentan a la llegada inevitable de la década de los 30s, misma que se cierne ante ellos con cambios interesantes, incluyendo la transición del cine mudo al hablado, marcando el paso hacia una nueva era.

El creador de la serie, Julian Fellowes, está de vuelta con una historia que parte poco tiempo después del anuncio de la Condesa de Grantham (Maggie Smith) acerca de su estado de salud que daba final al anterior filme. Ahora, Mary (Michelle Dockery) está a cargo de los terrenos y negocios de la familia, misma que atraviesa un tiempo de crisis al grado de necesitar dinero para hacer remodelaciones en Downton.

La solución: aceptar que se filme una película en este lugar, decisión que alterará a los sirvientes de la casa con la presencia de estrellas de cine a los que tendrán que atender como Guy Dexter (Dominic West), el galante protagonista y la arrogante pero bella Myrna Dalgleish (Laura Haddock) así como la tensión constante del director del proyecto, Jack Barber (Hugh Dancy). Por otra parte, la noticia de la herencia de una villa en el sur de Francia dejada a la anciana Condesa de Grantham hará que se desarrolle un agradable misterio del porqué sucedió esto y que sembrará la duda en esta familia.

Simon Curtis (Mi Amigo Enzo, 2019; Mi Semana con Marylin, 2011) entra de lleno a este mundo de la alta sociedad británica y se adapta de buena forma al equipo ya hecho desde la época en que comenzó la serie. La facilidad y química que tiene todo el cast para crear una interacción eficiente ya es nata en ellos y se nota. El desarrollo que cada uno de los personajes ha tenido durante tantos años es palpable y en esta ocasión encuentra un digno desenlace para varias lineas argumentales que aún quedaban abiertas, ofreciendo incluso un cierre de ciclos necesarios para algunos de los Crawley y sus empleados.

En esta secuela de Downton Abbey ofrece una simple pero entretenida y muy lujosa reflexión acerca del inclemente paso del tiempo así como los cambios que eso trae consigo. Es así que el guion de Fellowes juega con ese aspecto y lo plasma con la realización de esta película dentro de la elegante casa así como la inevitable transición al cine sonoro y la crisis económica que se vendría después de la Primera Guerra Mundial. Aunado a ello, tiene momentos que recuerdan a ese clásico cómico británico, Cuatro Bodas y un Funeral (Newell, 1994) o a su historia por la que ganó el Óscar, Gosford Park (Altman, 2001).

Como en su antecesora, los detalles en el diseño de producción, el vestuario y maquillaje destacan bastante. Curtis logra capturar a través de ellos los lujos y la solemnidad de ambas partes de este relato, mismos que han generado una sinergia de años. Pero a pesar de esos buenos detalles, el guion y la subtrama francesa no funcionan del todo bien, sintiéndose un tanto forzada para aumentar el melodrama inherente a Downton Abbey.

A pesar de estos detalles, Fellowes juega siempre a la segura al no meterse con la elegancia del relato aunque no puede evitar caer en algunos clichés. Al mismo tiempo, parece que Downton Abbey se ha convertido en ese sitio seguro para la audiencia que busca olvidar todos sus problemas por un momento y así formar parte de la familia Crawley y sus amenos dilemas, mismos que a veces pueden sentirse como sacados de una fórmula eficiente.

Es así que Downtown Abbey: Una Nueva Era luce por ese encanto natural que la caracteriza desde los 52 episodios de televisión hasta estos dos filmes, guiando el camino hacia una nueva era en esta familia que seguirá enfrentando los cambios, pasando la estafeta y tocando siempre de una manera poco arriesgada pero interesante los dilemas morales de la sexualidad, los roles de poder o la industria del cine, todo de una manera pulcra, elegante como sólo la familia Crawley podría hacerlo, dándole un cierre a esta etapa que comenzó hace 12 años en un show de televisión.

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