Atravesar una calle puede cambiarte la vida, y el ejemplo más bonito y valiente es el de Corina, la protagonista de esta película.

Ella es una chica de 28 años que trabaja como correctora de estilo para un periódico, aunque su labor se limita a corregir la entrega del famoso libro erótico vaquero. No es muy sociable, pero es extremadamente talentosa, una virtud poco reconocida.

Sin embargo, un accidente con un manuscrito hará que salga de su zona de confort, literalmente. Cuando se habla de la zona de confort, se piensa en ese ambiente que resulta demasiado cómodo como para dejarlo. Se define como el estado mental en el que se siente seguridad, ya que no existe presión externa o interna para cambiar de rutina.

En el caso de Corina, este estado es mucho más que un entorno: es una cuadra. Su casa, la tienda de abarrotes y su oficina. Y nada más. Por supuesto, la comodidad es algo que todos buscamos, pero si este estado se prolonga demasiado, tiende a traer consecuencias poco alentadoras. Corina no es la excepción, ya que ha desarrollado lo que se conoce como agorafobia, un miedo a salir de esa zona.

Sin embargo, no todo se ve de forma pesimista. Al contrario, la película retrata optimismo y esperanza. La vida de Corina está estrechamente conectada con la literatura, especialmente con la obra de Silverman, un personaje que, a través de sus escritos, representa esa luz de esperanza frente a los desafíos de la realidad. Al mismo tiempo, es ese choque con la dura realidad que a veces parece ser desalentadora.

La película juega con las emociones que siente la protagonista, su relación con el arte narrado, la forma en que se relaciona con los demás y cómo el adaptarse y desear el cambio pueden llevarla a vivir una experiencia nueva y positiva.

De cierta forma, recuerda a las películas coming of age, aunque en este caso es Corina quien, ya adulta, rompe su caparazón enfrentando sus miedos y descubriendo su coraje, fortaleza y valor.
Otro aspecto que vale la pena mencionar es la selección de personajes que la acompañan, como Silverman, quien es un personaje fresco, una mujer que no deja indiferente al espectador.

Sus diálogos son claves para entender una realidad ajena a la de Corina, pero que resulta palpable si se pone suficiente atención.

Es, definitivamente, esa pizca de realidad que la diferencia de los demás.
En la burbuja donde vive Corina, se encuentran otros personajes que aportan un toque de fantasía y comedia: su jefa Liliana, Sandra, la asistente, y por supuesto, su madre, quien encarna el núcleo de origen de Corina y es, a su vez, una fuente de valentía.

Esta obra, escenificada en la urbe de Guadalajara en los años 2000, está magistralmente encapsulada en tomas y una colorimetría que deja un sentimiento cálido, con un poco de nostalgia, y que al final transmite un mensaje esperanzador. Es una película que vale la pena ver.

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