Despelote: de fútbol, pasión y nostalgia

La belleza de la simplicidad en lo estético viene adornando una profunda aventura que, a través de la primera clasificación al mundial por parte de Ecuador, logra enamorar al jugador.
Latinoamérica es un campo fértil en riquezas naturales, culturales pero sobre todo en historias. El ingenio de latinoamericano aún tiene tanto por demostrar y es justamente con Despelote que esto se confirma en el ámbito del videojuego.
A través de los ojos de Julián, un niño de ocho años que vive en Quito, se puede experimentar la emoción, tensión y sentimientos que llegaron con la primera clasificación de Ecuador a una Copa Mundial de Fútbol que se dió en 2001.
Todo esto que podría parecer tan sencillo se lleva a un nuevo nivel cuando la estética del juego en 2D que combina el caminar por las calles de la capital ecuatoriana, jugar un juego de fútbol (dentro del juego), entrar en partidos de fútbol con los amigos e incluso, ver diferentes posturas respecto a este deporte (tanto favorables como contrarias) en l0 cotidiano.
Al hablar de un título que basa su epicentro en el fútbol, uno esperaría que el clímax y principal motor fueran el recrear o simular partidos. Sin embargo, es en este punto que Julián Cordero y Sebastián Valbuena, creadores del título, toman distancia para llegar a un nuevo resultado. Es una semi autobiografía sumamente personal que lleva al jugador a acompañar los recuerdos como si se tratarán de los propios.
Hay una gran cantidad de actividades, todas con su debida libertad, mientras se toma consciencia de como el fútbol puede marcar a toda una nación. Cada acción y decisión llevada a cabo ayuda a construir una historia que ideal para todo tipo de público, un título que se juega fácil, que transcurre rápido y que tiene un sello de identidad bastante atractivo e interesante.
En cuanto a la jugabilidad, se hace muy sencilla de aprender, entender y conseguir encontrar la mejor manera. Si bien hay un espacio que podría ser limitado, lo cierto es que la enorme cantidad de objetos, paisajes y conversaciones hacen de cada incursión algo nuevo a la ves que emocionantes. Hay misiones que permiten la exploración pero sin dejar de tener límites en el tiempo, como cuando niño se tenía un margen para aventurarse antes de que mamá o papá nos llamarán la atención.
Sin duda, Despelote es una de esas experiencias que se puede disfrutar efectivamente y en un corto tiempo.