La Madre del Blues, la balada de una historia americana

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En el mundo del séptimo arte la realidad y el contexto social son situaciones que suelen influir en la tesitura y enfoque de algunos temas que, ya sea de manera forzada o natural, fluyen a través de las expresiones cinematográficas diversas y marcan la pauta en lo que para algunos es una agenda pero para otros es la manera más oportuna de poder alzar la voz.

El pasado año nos dejó, más allá de la pandemia, temas de interés social a nivel mundial como la nueva ola feminista, el movimiento #BlackLivesMatter, la lucha por el derecho al aborto o los derechos de la comunidad LGBTT+, mismos que han provocado que el cine tome conciencia para hablar de esos puntos en diversos filmes.

Uno de ellos es La Madre del Blues, cinta que estrenó Netflix a finales del 2020 y que resultó ser el último proyecto del actor Chadwick Boseman. Basada en una obra de teatro de August Wilson, la cinta nos mete de lleno a la era de los 20s cuando la expresión musical del blues tenía su mayor ‘boom’ en medio de un contexto de injusticia social que, a la fecha, se sigue viviendo en la comunidad afroamericana.

La premisa nos ubica en Chicago, en el año 1927, en un ambiente que busca reflejar la lucha constante de la comunidad afroamericana por tener una vida mejor tomando en cuenta los tiempos de la denominada “Gran Migración”, donde ellos se mudaron al norte para buscar mejores oportunidades que en el sur.

En medio de este contexto existe una cantante, una figura musical que rompe todo arquetipo de las estrellas pero con una voz e impacto en su música que era brutal para la comunidad afroamericana. Ella es Ma Rainey (Viola Davis), que acompañada de sus músicos de cabecera, incluido el ambicioso trompetista Levee (Boseman), busca llevar su sonido único al público blanco de los Estados Unidos y volverse popular.

La adaptación de la puesta en escena al lenguaje cinematográfico por parte del director George C. Wolfe es algo muy destacado, ya que hace que el filme dependa completamente de un trabajo actoral que jamás desentona en sus baladas de blues. Esto, aunado al gran trabajo del diseño de vestuario y la fotografía que nos pone en una ciudad de Chicago en verano donde la paleta de colores nos transmite la sensación de una sociedad donde se percibe cierta incomodidad hacia los afroamericanos que buscaban un rayo de luz para mejorar sus vidas.

El otro gran personaje de la cinta, sin duda alguna, es la música ya que a través de la historia del blues, que se remonta a finales de 1800 posterior a la abolición de la esclavitud en Estados Unidos, podemos ver el dolor de los personajes, las ganas y lamentos de una raza que buscaba siempre vivir mejor, esto relacionado a esa época donde la huida hacía nuevas tierras para los afroamericanos era una razón para dejar atrás todo el dolor del pasado, ese que alimenta tanto al alma de esta peculiar corriente musical.

También, de manera sutil, muestra esa lucha por salir y ser reconocidos a pesar del color de piel o la raza. Y es que la cinta maneja el asunto de los discos de raza, una situación que afectó a muchos artistas afroamericanos en esos tiempos ya que eran explotados y mal pagados por su música a beneficio de la industria musical de los blancos, algo de lo que curiosamente se le ha acusado a artistas tiempo después de la talla de Elvis Presley, entre otros.

En cuanto a las actuaciones, Viola Davis, actriz que de nueva cuenta colabora en un proyecto con Denzel Washington (productor del filme) después de su gran labor en Barreras (2016), da una cátedra en su interpretación de esta cantante que tiene que vivir a la sombra de Bessie Davis por no seguir las reglas del juego. Hosca, de gacha masculina, mal hablada y de carácter fuerte, Rainey es una sobreviviente que busca más el respeto que el estrellato, algo que le costó ser un poco olvidada en el mundo del blues. Sin embargo, es esa voz rebelde, que no se deja, la que pone frente a nosotros ese espíritu de lucha en contra de las injusticias que se cometían con ellos.

Por otro lado tenemos a Levee, interpretado por Boseman que realiza un papel digno de Oscar, un muchacho ambicioso que representa las olas de cambio en la música, la industria y en la expresión musical del blues a través de su trompeta. Esta figura choca con lo que representa Rainey, con un personaje roto, lastimado, víctima de la historia de abuso de los blancos y el racismo y que no piensa ser sometido pero no tiene la forma de hacerse respetar.

Ver a Boseman en ese rol es impresionante y en gran parte lleva mucho del peso de esta historia. Poco a poco vamos observando una deconstrucción que lo va llevando a la locura y a una mala decisión que acaba por enterrar sus aspiraciones y convertirse en uno más de esos artistas afroamericanos que en aras del éxito, fue vapuleado por la industria para encaminar su talento al olvido.

Más allá del ritmo que toca Wolfe en esta adaptación, el cual funciona como una balada de blues ideal que nos da a conocer a una artista importante en la historia de la música, La Madre del Blues resulta ser un recordatorio de todas esas vicisitudes que los afroamericanos han tenido que enfrentar por generaciones, siendo su escape estos ritmos, esos llantos y esas voces que son testimonios de una época en la que el panorama de mejores oportunidades podría no ser tan alentador.

El autor de la obra, August Wilson, tenía una frase que dice: “Tu voluntad de luchar contra tus demonios hará que tus ángeles canten”. En Ma Rainey, ese ángel es el blues y los demonios son las letras, el sentimiento y la lucha constante que hace que la música sea el testimonio inolvidable de un confrontamiento social que parece no terminar.

Ficha Técnica

Título Original: Ma Rainey’s Black Bottom
Director: George C. Wolfe
Año: 2020
Elenco: Viola Davis, Chadwick Boseman, Glynn Turman, Colman Domingo, Joshua Harto, Taylour Paige, Jonny Coyn
¿Dónde se puede ver?: Netflix
CALIFICACIÓN: 9/10

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