Belle, de las conexiones humanas en la era digital
Considerado uno de los sucesores de los maestros Hayao Miyazaki y Satoshi Kon en el mundo de la animación japonesa, Mamoru Hosoda, egresado de las filas de Toei Animation y de Madhouse Studios, regresa ahora con su octavo largometraje titulado Belle, donde el experimentado director y animador retoma la esencia de un cuento clásico para llevarla a tiempos modernos y explotarla de una forma que se adapta a una de las principales preocupaciones del japonés en su filmografía: la era digital y las distopías que puede generar.
Basta dar un viaje al pasado de este realizador, quien comenzó como colaborador para la serie Digimon en el año de 1999, donde siete niños son transportados a un mundo digital acompañados de sus criaturas que le dan el nombre al show animado, siendo éste el primer contacto con este tema que tanto ha crecido a la fecha. Pasarían diez años y dos películas más cuando llegaría el proyecto de Summer Wars en el 2009, siendo ya el cuarto largometraje de Hosoda donde el paralelismo entre la realidad virtual y el mundo real trasciende por un problema que puede hacer que ambos colapsen.
Ahora, inspirándose en el cuento clásico francés de 1740 escrito por Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, La Bella y la Bestia, así como en otros cuentos y relatos mágicos en los que los personajes se convierten en animales para expresar la tristeza de la humanidad, Hosoda nos mete de lleno al mundo virtual de U, en donde conocemos a Belle, un personaje tremendamente popular e ícono musical en esta simulación de la realidad del que nadie sabe su verdadera identidad. Pero detrás de ella, en el mundo real, está Suzu, una chica tímida de un pequeño pueblo rural que es totalmente lo opuesto a su alter ego virtual.
Algo que destaca de las cintas de Hosuda es la constante evolución y giros en sus historias, incluso hasta las más convencionales. De entrada, tenemos ese planteamiento que contrapone la vida real con la virtual, haciendo un comentario social interesante que no sólo queda en la mera crítica o en una visión negativa del uso de las redes y la tecnología, sino que propone las ventajas que ello puede traer al mundo, sobre todo a aquellas generaciones que viven con ello día a día.
Pero eso no es todo, pues aunque esa es la base primordial, la combina con un cuento de hadas tradicional y relatos fantásticos que hablan de la naturaleza humana, de los monstruos que se ocultan detrás de muchas caras o aquellos que sirven como vías de escape en la virtualidad del anonimato. Todo eso para concluir con una vuelta de tuerca inesperada que es tan dolorosa como realista y emotiva a la vez, recordándonos que las conexiones pueden ir más allá de esas realidades alternas que sirven como escape y que pueden ser reflejos de nuestras almas, mismas que en el mundo real son atribuladas por el dolor de la pérdida, los lazos rotos o la falta de comunicación.
Dejando de lado la gran profundidad de la historia, algo que seguramente fue suficiente para ser la elegida por Japón para competir por la nominación al Oscar por Mejor Película Animada, Belle cuenta con un estilo de animación característico de la visión de Hosoda. Ese estilo particular nos remite a otra de sus cintas, la antes mencionada Summer Wars pero también tiene unas secuencias que recuerdan la maestría de Satoshi Kon en Paprika (2006), sobre todo en las grandes escenas involucrando al mundo virtual donde Belle aprovecha sus dotes de cantante para conquistar a todos dentro del universo simulado de U.
Hablando de la música, ese es sin duda otro de los puntos fuertes. Y es que la cantante Kaho Nakamura es quien realiza la voz en el idioma original de la protagonista Suzu y su alter ego virtual por igual. Los temas «U,» «Whispers,» «Gales of Song,» «Swarms of Song,» Fama Destinata,» «Lend Me Your Voice,» «A Million Miles Away,» «Skies of Song,» y «Faces in the Rain» forman parte de este relato como una forma de conectar con las emociones y enfrentar lo que el personaje principal va enfrentando, llegando a ese punto climático en el filme que provoca una emotividad difícil de eludir.
Esto, aunado a la participación en la musica original de Ludvig Forssell, Yuta Bandoh y el grupo Millennium Parade, hacen que el emotivo viaje entre la realidad y la virtualidad adquieran una conexión con este relato de empoderamiento, de libertad pero sobre todo de ciertos aires de esperanza en una era donde lo digital se ha convertido en un vehículo principal para la sociedad presente y que de alguna forma resuena en el tiempo presente, donde el encierro ha empujado al mundo a vivir en ese otro mundo.
Así, Belle se convierte en otra gran aportación por parte de Mamoru Hosoda al mundo de la animación y otro gran paso firme para que su estudio independiente, de nombre Chizu, siga consolidándose como uno de los más propositivos e importantes en los tiempos recientes, capaz de hacer historias interesantes que hablen de las conexiones entre los seres humanos, ya sean virtuales o reales, en una distopía amable para toda la familia, esta vez a través de una actualización de un relato de amor tan clásico como lo es La Bella y La Bestia.