Teléfono Negro 2 (Reseña)

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Dentro de lo complicado que resulta hoy en día generar miedo, o al menos destacar por originalidad, en el género del cine de terror debido a las audiencias cada vez más exigentes. Se asoman a lo lejos contadas producciones que entre un cúmulo de sinsabores logran ser del agrado del público. Ese fue el caso del Teléfono Negro (The Black Phone, 2022), una propuesta exitosa que se ganó al público y que ahora entrega una continuación, Teléfono Negro 2 (Black Phone 2, 2025). Nuevamente bajo la dirección de Scott Derrickson.

A casi tres años de la muerte del Raptor (Ethan Hawke), Gwen (Madeleine McGraw) y Finney (Mason Thames) siguen experimentando las secuelas de aquellos eventos traumáticos. Particularmente, Gwen que no deja de soñar con unos niños que fallecieron varios años atrás en un campamento cristiano donde trabajó su madre. Tendrán que enfrentarse de nueva cuenta al Raptor, en una versión post-mortem, y atar los cabos. 

Si recordamos el desenlace de la anterior cinta, una complicación de la que se parte es el cómo se va a traer de vuelta al antagonista. La solución optada funciona, pero trae consigo algunas repercusiones no tan favorables para el producto final. Pues, esa personalidad tan intimidante y retorcida que emanaba la figura de Ethan Hawke al momento de secuestrar a sus víctimas y torturarlas psicológicamente; se pierde por completo. Ya no es una figura que cause miedo por su forma de ser, sino que ahora todo se resume a los poderes sobrenaturales que tiene. Este nuevo enfoque no permite lucir en su esplendor a Ethan, pues en realidad ahora se podría tratar de cualquier persona simplemente portando la máscara.

En el caso de los hermanos, ahora la historia presta mayor atención en Gwen quién se vuelve la protagonista principal de esta historia a comparación de la primera entrega que era Finney. A los chicos se le suman dos personajes de apoyo que fungen como un extensión de su familia. Se trata de Mando (Demián Bichir), encargado del campamento, y Ernesto (Miguel Mora), amigo y enamorado de Gwen. Ambos con una marcada raíz latina son una grata sorpresa que inyecta cierta chispa a la cinta en los momentos de comedia sutil.

En otro aspecto, la cinta llena ciertos vacíos que quedaban sin resolver o que estaban a la especulación del espectador. Al dar un poco de background con respecto a detalles de la familia e incluso dar indicios del pasado del asesino de la máscara. Una información que para los más fans podría resultar interesante o al menos cerrar esos huecos pendientes.

La fotografía es la encargada de marcar la pauta entre el mundo real y lo sobrenatural. Optando por un estilo granulado cuando Gwen está teniendo sus visiones que se entremezclan con la realidad. Por otra lado, los acontecimientos se llevan a cabo en un paisaje lleno de hielo y escarcha; lo que recuerda por momentos a la cinta The Shining e incluso a la Divina Comedia de Dante donde en lo más recóndito del infierno lo que quema es el frío del hielo.

Esta continuación es una especie de recuela, pues todo el trasfondo que cuenta el guión se sostiene en antecedentes anteriores a los acontecimientos del Raptor. A través de este planteamiento la cinta muestra ciertos guiños a series como Stranger Things y películas slashers como Viernes 13 y Pesadilla en la calle Elm. Al plantear nuevas reglas, alcances y dinámicas entre los personajes. 

En términos generales, no es una película mala de terror como las que se producen en masa sin el menor cuidado en el detalle; pero sí dista mucho en esencia a la primera cinta que se sentía como un producto fresco con mucha tenía identidad propia.

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